Y nunca voy a decir nada y es mejor así, que se crean lo que se inventaron.
Al fin y al cabo esas cosas las viene a sufrir uno sólo, sin su séquito de mamahuevos que antes le juraban lealtad y son ahora los autores de las verdades apócrifas. Mismas verdades que nunca dan ni de comer ni de vestir, ni para vivir.
Las verdades son cómo los culos: cada cual tiene uno y a cada uno le parece que es el suyo el que vale más.
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